Al recibir esta mañana las cartas credenciales del nuevo embajador de la ex república yugoslava de Macedonia, Gjoko Gjorgjevski, el Papa Benedicto XVI explicó que la justicia y el perdón son los pilares de la paz tan necesaria actualmente en la sociedad.

En su discurso, el Papa recordó las buenas relaciones entre la ex república yugoslava de Macedonia y la Santa Sede, caracterizadas por una cordial cooperación y manifestó su agrado "por el compromiso mutuo que ha llevado a la reciente construcción de nuevos edificios de culto católico en diversos lugares de ese país".

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"En el pueblo macedonio están patentes los signos de los valores humanos y cristianos encarnados en la vida de la gente, que constituyen el apreciable patrimonio espiritual y cultural de la nación, del que también son testigos elocuentes los espléndidos monumentos religiosos construidos en diversas épocas y localidades".

El Papa subrayó que la Santa Sede mira esa herencia "con gran estima y consideración, favoreciendo, en cuanto es de su competencia, la profundización histórica y documental para un mejor conocimiento del pasado religioso y cultural". Pensando en ese patrimonio y "fuerte de su identidad espiritual", el pueblo macedonio "podrá aportar su experiencia al consorcio de los pueblos europeos", agregó Benedicto XVI.

Seguidamente hizo votos para que tengan éxito "las aspiraciones y los esfuerzos crecientes de ese país para formar parte de una Europa unida, en una condición de aceptación de los correspondientes derechos y deberes y en el respeto recíproco de las instancias colectivas y de los valores tradicionales de cada pueblo".

El compromiso de los macedonios para fomentar el diálogo y la convivencia entre las diversas realidades étnicas y religiosas que constituyen el país, dijo el Papa citando las palabras del diplomático, "han contribuido a crear un clima en el que las personas se reconocen como hermanos, hijos del mismo Dios y ciudadanos de un único país".

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